Nos encontramos en un momento que se ha puesto de moda lo “vintage”. No solo vuelven aparecer tendencias que ya existían como Cafe Racer, Scrambler, Bobber, Street Tracker, Brat, etc., sino que las marcas vuelven a lanzar modelos nuevos con estéticas clásicas de los años 60 y 70, como es el caso de las Triumph Bonneville, nueva Kawasaki Z900RS recreando el espíritu de la leyenda de los años 70 emulando la mítica Z1 pero con la tecnología actual de las motos modernas.
Estamos en un mercado donde el marketing manda, y los fabricantes no quieren perder su cuota de mercado, sacando modelos para todas las tendencias existentes. Evidentemente hay gustos para todos y clientes para todo tipo de motos, pero hay muchos nostálgicos que no se conforman con las motos modernas y estética “retro”, es por ello que buscan en el mercado de ocasión la moto de su vida. Esa ilusión de encontrar la moto de nuestros sueños, muchas veces nos lleva a engaños. Encontrar una moto de 30 años aproximadamente no es fácil, y si encima pretendemos que la moto esté como nueva todavía es más difícil. Siempre podemos encontrar el chollo de aquella moto que lleva años parada y con poco uso por “cuatro reales” o la moto que se ha restaurado completamente por su anterior dueño y efectivamente el coste de la inversión no será barato.
El problema es cuando buscamos por internet y nos encontramos una “moto supuestamente restaurada” a un precio justo. Es importante tener en cuenta el concepto de restauración que nos indica el vendedor, pues generalmente es un lavado de cara y un cambio de líquidos. Por desgracia si a la moto le vamos a exigir lo mismo que hacíamos hace 30 años, no es suficiente. Si la moto no se va a utilizar y es para exhibición en un local, pues bueno….
A una gran mayoría de usuarios parece ser que no les preocupa un elemento tan importante como la seguridad del vehículo. Me he encontrado muchos casos de motos ochenteras que parecen estar en buen estado, y cuando analizas profundamente los detalles hay mucho por hacer. Siempre depende de la exigencia de uno mismo. En mi caso he comprado recientemente una Yamaha FZR 600 del año 89 en estado original y bien mantenida según su dueño anterior, pero la realidad ha sido otra. Es cierto que ya era consciente de que tendría que invertir tiempo y dinero pues a simple vista ya se apreciaban muchos detalles por hacer. La pregunta es ¿vale la pena comprar a precio de saldo como fue mi caso y liarte con la restauración o comprar una moto completamente hecha?
En este artículo quiero resaltar de la importancia de revisar elementos básicos como frenos, suspensiones y ruedas.
En mi caso, empecé por comprar un amortiguador nuevo YSS pues el original ya vivió mejores momentos, la horquilla que ya mostraba síntomas de debilidad, compré unos buenos muelles y puse un buen aceite. Como la moto no la quiero para correr carreras de clásicas y resistencias, opté por mantener las pinzas originales desmontando estas, limpiar pistones, latiguillos metálicos nuevos y cambiar discos por unos nuevos e instalando unas pastillas blandas de calidad.
Un punto importante que nadie tiene en cuenta a la hora de restaurar una moto clásica es limpiar y engrasar las bieletas del amortiguador trasero.
Respecto al motor en mi caso empecé por desmontar los carburadores enteros, limpiarlos a fondo y modificar todo lo necesario (las membranas gracias a Dios estaban bien aunque sucias). Finalmente una buena carburación después de haber instalado un filtro de aire nuevo K&N (madre mía la de porquería que tenía el original). Aproveché también para verificar reglaje de válvulas (punto que pocos usuarios tienen en cuenta), no estaba tan mal como pensaba y cambié solo 4 pastillas de reglaje. Aproveché para cambiar también la junta que también sudaba por una original Yamaha y 4 bujías nuevas. El depósito de gasolina necesitaba una limpieza interior, lo mismo que el radiador que parecía que tuviera barro en su interior en lugar de líquido refrigerante.
El kit de transmisión también se ha cambiado y se ha hecho un repaso general a la moto sustituyendo mucha tornillería que no correspondía a la moto. El escape original que tenía estaba en pésimo estado y soldado, se ha sustituido por un Marving nuevo de carbono.
El resultado de la moto ha sido un cambio total en funcionamiento, ahora ya es una moto segura y fiable con las reformas realizadas, líquidos, filtros y neumáticos nuevos. No obstante considero que esto NO es una restauración es una buena puesta a punto.
Solo quiero en mi humilde opinión insistir en la necesidad de no dejarnos cegar por la estética de una moto o los comentarios del vendedor, nunca te fíes de los kilómetros que marca la moto pues son muy fáciles de manipular. Hay que hacer números, una buena revisión puede salir cara, no obstante solo tú sabrás si vale la pena comprar o esperar. Al final y al cabo es nuestro capricho y según que modelo puede ser una buena inversión.
Larga vida a las motos clásicas…