Me acuerdo en los años 80 cuando existía la fiebre de las motos deportivas y de elevadas prestaciones, donde competían entre ellas los cuatro fabricantes japoneses, Honda, Kawasaki, Yamaha y Suzuki por sacar al mercado la moto más potente y con mayores prestaciones. Cada mercado era un mundo, y mientras en EE.UU donde en la mayoría de Estados la velocidad máxima estaba limitada a 55 mph (millas por hora) lo equivalente a 90 km/h., los usuarios ante la imposibilidad de correr por miedo a ser arrestados por la "Highway Police Patrol", querían motos con gran aceleración. Es por ello y ante el éxito de las carreras de aceleración de cubrir los 400 metros en salida parada (1/4 milla), los fabricantes japoneses enfocaban su publicidad de nuevos modelos, en los pocos segundos que podía acelerar su motocicleta en los famosos 400 metros. Los datos de aceleración otorgados por el fabricante eran un factor determinante a la hora de decidir en la compra de tu futura motocicleta. Es por ello que todas aquellas motos que bajaban de los 12 segundos en la aceleración del cuarto de milla, podían presumir de ser rápidas y potentes.
Había fabricantes como Kawasaki en donde el tamaño del cuentavueltas era superior al del velocímetro, y no solo esto, sino que generalmente el tacómetro estaba ubicado en el centro del tablier para que fuera lo primero que llamara la atención a su piloto. Se rumorea que en California hubo una demanda hacia Kawasaki por el accidente de un usuario con una Ninja 900 en la que ganó el abogado defensor por demostrar al jurado que Kawasaki incitaba a su usuario a tener la vista más pendiente de los relojes de la moto que de la carretera. No solo esto sino que los nombres guerreros de las marcas como Ninja, Katana, etc., fue un argumento de los abogados para ir en contra de las marcas japonesas.
En Europa el mercado era diferente, los modelos de motos no tenían nombres como EE.UU. Las Interceptor de Honda aquí se llamaban VF, las Hurricane CBR, las Ninja Gpz y las Katana GSX. Quizás en Europa éramos más sosos, o la ley impedía nombres que incentivaran a correr. En Europa el usuario a la hora de decidirse por un modelo no se fijaba por la aceleración de su moto, sino por la velocidad punta del modelo y sus prestaciones. Cuanto más caballos y velocidad punta tenía tu moto, más podías presumir delante de tus amistades. No importaba en aquel entonces el consumo ni las emisiones contaminantes de un vehículo, ni tampoco la polivalencia de tu moto. Vivíamos en el siglo XX, donde primaban las emociones.
Ahora vivimos en el siglo XXI, donde 35 años más tarde a la mayoría de compradores nos interesa sobre todo la utilidad de la moto, polivalencia, consumo, emisiones, duración en kilómetros, intervalos y coste del mantenimiento. Es curioso que ya no importa tanto la potencia de la moto, nos fijamos más en el par motor donde prime una buena elasticidad.
Si ahora, me preguntas, ¿Cuánto corre tu moto? Pues.... no sabría qué contestar. Hace 30 años la respuesta la hubiera tenido al día siguiente de comprar mi moto.
Los tiempos cambian, o quizás cambiamos nosotros. ¿Tú qué opinas?