Siempre que pensamos en disfrutar en moto, asociamos nuestro pensamiento a motocicletas sofisticadas de gran cilindrada y potentes que nos transmitirán grandes sensaciones. Nada más lejos de la realidad, pero no siempre es así. Esta mañana he decidido subirme a la pequeña de la familia, una Yamaha de 250cc y disfrutar de los placeres del Parque Natural del Montseny en la provincia de Barcelona. He podido volver a reconocer aquellos paisajes y vegetaciones que hace tiempo no me fijaba. Las curvas pasaban lentamente y mi mirada se perdía en los árboles, paisajes, vegetación, masias abandanadas y otras restauradas. El tiempo parecía haberse detenido...
A medida que iban transcurriendo los kilómetros mi sonrisa se iba reflejando en mi cara, estaba disfrutando de cada minuto y el placer de conducir la moto a la antigua usanza. No existía el estrés, no estaba pendiente si me pasaba de frenada en la próxima curva, o peor aún si me iba a encontrar un coche de cara. Cada minuto que pasaba, cada minuto que disfrutaba. La moto y yo solos, sientiendo el petardear del pequeño monocilíndro en medio de la naturaleza. Es una experiencia recomendable pero dificil de transmitir. En esta vida tenemos muchos placeres, pero tan pocos como la integración entre moto y piloto, y puedes disfrutar tanto con la mejor de las "RRs" como con cualquier moto con motor y ruedas. Son dos planteamientos diferentes pero igual de válidos. Te invito a que lo pruebes. No te arrepentirás.
Ráfagas
Tito