A finales del Siglo XX, en la década los 90, los fabricantes japoneses de motocicletas compitieron en una carrera tecnológica en la que cada marca luchaba por una ventaja en lo que se conoció como la "guerra de la velocidad". Esto dio lugar a una serie de nuevos modelos con velocidades máximas cada vez mayores, en un intento por conseguir el título de la motocicleta de producción más rápida del mundo. La ZZR 1100 de Kawasaki que nació en 1990 reinó durante un tiempo, hasta que Honda lanzó al mercado en 1997 su CBR1100XX, también conocida como Blackbird. Para destronar a la CBR, Suzuki empezó a desarrollar un nuevo modelo de mayor cilindrada. Justo antes del cambio de milenio, en 1999 Suzuki lanzó la GSX-1300R, o Hayabusa (隼).
Apuntando directamente a Honda, Suzuki dio su nombre al nuevo modelo - que en japonés significa halcón peregrino - por dos razones: una, porque el halcón peregrino es el ave más rápida del planeta; y dos, porque se alimenta de mirlos. Haciendo honor a su nombre, la Hayabusa se comió a Honda para desayunar, no sólo convirtiéndose en la motocicleta de producción más rápida del mundo en el momento de su lanzamiento, sino haciéndolo por un margen de 15 km/h. El enorme motor de cuatro cilindros en línea con inyección electrónica desarrollaba 175 CV y lograba superar en condiciones favorables los 300 km/h reales con el piloto agachado debajo de su carenado, además de superar el 0 a 100 km/h en menos de 3 segundos. El coeficiente aerodinámico de la nueva Hayabusa estaba muy estudiado con el fin de ser la moto más rápida del mundo. Su estética futurista fue muy cuestionada entre el público, pero se ganó más seguidores que detractores. Con un peso en seco de alrededor de 215 en vacío (unos 235 kgs con todos los líquidos), ocho kilos más ligera que la CBR 1100 XX.
Tras el lanzamiento de la Hayabusa, se habló de prohibir en Europa las cada vez más descontroladas y rápidas máquinas procedentes de Oriente. Las cosas habían llegado a un punto de ebullición, y la Hayabusa fue la gota de agua que hizo rebosar el vaso. Al poco tiempo, se llegó a un "pacto entre caballeros" entre los fabricantes, limitando las velocidades máximas a 300 km/h para posteriormente hacerlo a 250 km/h). Esta es una de las razones por las que las ultimas motos del S.XX son tan especiales, por ser las únicas que no tenían restricciones de velocidad.
A pesar de lo que uno pueda pensar, este modelo se maneja en circuito con una eficacia sorprendente. La distancia entre ejes es de 1.485 mm, y en recta o en curvas rápidas, su aplomo es sorprendente. El chasis es muy rígido, y tanto las suspensiones como el largo basculante hacen muy bien su trabajo, la confianza en la parte ciclo es total, y el amortiguador de dirección hace que la estabilidad de dirección esté por encima de la media.
Los neumáticos fueron diseñados expresamente por Bridgestone para este modelo con código W para velocidades de más de 270 km/h. Las medidas de la rueda delantera: 120/70 ZR17 y rueda trasera son 190/50 ZR17 con una llanta trasera de 6 pulgadas.
A continuación, puedes descargar y leer la prueba de la revista Solo Moto 30 número 193 de 1999, publicada por David Remón.